Recorrido 2008

El IOM de Escobar dio inicio a sus actividades del año 2008, reuniendo un grupo de personas que concurría con la única motivación de escuchar hablar de psicoanálisis. Éramos un grupo heterogéneo en cuanto a los conocimientos y las experiencias, pero nos encontramos allí dispuestos a hablar del síntoma para el psicoanálisis sin que ningún oyente se pierda desentendido, ni que algún otro se aburra sobreentendido.
Durante el primer encuentro, nuestro interlocutor Roberto Ileassoff tuvo la plasticidad de introducir conceptos lacanianos sin separarse demasiado de los planteos de Sigmund Freud; al explicarnos que una situación traumática puede genera un conflicto anímico en el sujeto que la vivencia, donde la representación de dicha situación deviene intolerable para este sujeto, su aparato psíquico no tiene más remedio que enfrentarse a ella apartándola de la conciencia. Representación, que ahora inconsciente, puede hacer fracasar a esta represión que se le impuso, logrando expresarse en la conciencia por medio de los mecanismos de condensación y desplazamiento, al conectarse a un sustituto que se presente suficientemente deformado de la situación original. Este sustituto es el síntoma. El cual, tiene en la representación reprimida su sentido inconsciente.
Fue a partir de este primer encuentro, que en las sucesivas reuniones del IOM nos propusimos una lectura y una posible articulación de distintos autores sobre el síntoma. Ya sabíamos que Freud en la conferencia Nª17 proponía dos hipótesis: Que todo síntoma tiene un sentido inconsciente y es posible hacerlos desaparecer si descubrimos su sentido inconsciente. Va a establecer que este sentido es de carácter sexual y se corresponde con el desarrollo infantil de un individuo.
En su clase, la licenciada Norma Villella expuso la ruptura que produce el psicoanálisis respecto de la concepción organicista del síntoma imperante en su época y de las clasificaciones nosográficas universales (como por ejemplo el DSM IV). El síntoma es singular de un sujeto. El síntoma es metáfora que habla del sujeto.
Freud en la conferencia Nº 23, explica que los síntomas no siempre ceden cuando se descubre su sentido inconsciente y que además pueden re-editarse, es decir pueden formarse nuevos síntomas. En dicha conferencia rectifica lo planteado en la conferencia 17 en relación al levantamiento de los síntomas y también rectifica que las fijaciones de la libido tenían que ver con el trauma, modifica esto para hablar de “la fijación de la libido en la fantasía”, sin que esto implique el abandono por completo de la teoría traumática.
Es a partir de las series complementarias que Sigmund Freud nos reveló de forma acabada y sistemática la lógica y los componentes que dan lugar al síntoma neurótico.
Fue por esta vía de las pulsiones que, en una clase, la Licenciada Mauasdio dio cuenta de las modificaciones que se han producido en las manifestaciones de los de síntomas en las diferentes épocas. Explicó como todas las civilizaciones generan sus propios síntomas. Cada cultura tiene sus modos particulares de satisfacer y vivir la pulsión, y estas modalidades han cambiado en la posmodernidad respecto de las modalidades que daban lugar a los síntomas de la época moderna. Corren épocas de globalización y consumismo para los individuos de hoy, a los que la profesora, siguiendo textos de Zygmunt Bauman, describió como hedonistas conformistas.
La Lic. Clara Schor-Landman en su clase nos expuso la relación tensa que existe en la práctica clínica entre la urgencia, propia de la cultura de nuestros días, y el síntoma. Planteando una hipótesis económica, donde el exceso traumático excede a la palabra, falla que remite directamente al trabajo de representación. Con lo cual el síntoma demanda tiempo, tiempo para un trabajo de metabolización de lo no representado, tiempo para hacer lazo, tiempo que es necesario sostener con relación a las demandas urgentes.
En el “Lugar y el Lazo” encontramos una diferencia que Jacques Miller sitúa respecto de las psicoterapias, diferencia que es visible en el lazo establecido con el síntoma. Dirá que el psicoterapeuta es aquel que ratifica un desfasaje entre el síntoma y el mundo tal como marcha. En cambio el psicoanálisis conduce a asignar la verdad a lo incoherente. Afirmará entonces que hay un incoherente durable, permanente que se llama el síntoma. Incluye en el síntoma un elemento, a saber, la creencia del sujeto en el síntoma y la pone en duda. Esto no hace evaporar el síntoma sino que implica volver a encontrarlo en el nivel donde el síntoma es lo más real que existe. Este correlato entre creencia y real lo encontramos en los textos de Freud, en la posibilidad de dar sentido a los síntomas. Allí él veía lo real del Inconsciente, una prueba del inconsciente.
Luego, fue Jacques Lacan quien nos abrió otro terreno en la lectura, al decir en su primera clínica que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, y que el síntoma es funcional debido a que es una función del lenguaje.
El síntoma es tomado como una verdad a develar, hay que buscar un sentido, y este sentido será univoco, es decir, que para cada significante corresponde una única significación. Pero este autor no se quedó con estas proposiciones y fue más allá de los planteos de Freud, al proponer en su segunda clínica, que el síntoma es disfuncional. Disfunción que conecta directamente al síntoma con el modo de goce. Es aquí que el sentido pasa a ser biunívoco, donde el síntoma puede tener también como sentido el nombre del goce. Y, se modifica el concepto de inconsciente a partir de que lo que se toma como verdad es la castración, y el síntoma pasará a ser el efecto de lo simbólico sobre lo real.
Se nos presentaron, así, dos vertientes del significante: por un lado la de producir significación, y por otro como letra. Siguiendo la segunda vertiente surge una nueva definición: el inconsciente es un saber sin sujeto.
Gozar del desciframiento (S.s.S.) es poner un significante en lugar de otro, operación condenada a extenderse en una eternidad sin fin. El goce del cifrado (Saber sin Sujeto) tiene lugar entre S1 y S2, y es anterior al sujeto, con lo cual no implica a este. Significantes que no son nada si nadie los lee en su “absoluto de significante”. Significantes que son jeroglíficos, y como tales nos llevan a pensar al inconsciente a partir de la escritura, y no de la palabra. El significante produce significaciones, la letra no. El significante responde al Otro, la letra responde al goce y el goce es autista.
Jacques Miller nos decía que, el analista se orienta por lo que percibe como efecto de sentido gozado, efecto antinómico respecto de aquel efecto de sentido que se comprende. La palabra ofrece sentido para comprender, pero en él hay sentido para gozar y se lo llama sinsentido.
Podemos pensar ahora, más allá del síntoma el sinthome. Sinthome es el residuo que sobrevive al desciframiento, vaciado de sentido, con su goce desvalorizando, el síntoma del cual el paciente sufre y se queja; se convierte en sinthome.